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Gil y Carrasco

Enrique Gil y Carrasco nació en Villafranca del Bierzo el 15 de julio de 1815. Su madre, Manuela Carrasco, era natural de Zamora y su padre, Juan Gil, soriano, era administrador de fincas del Marqués de Villafranca y de la Colegiata de dicha villa. Aparte de Enrique, el matrimonio tuvo otros cinco hijos: Juana (1813), Nemesia (1817), Eugenio (1819), Pelayo Pablo (1822), que moriría siendo niño y Águeda (1826), que nació ya en Ponferrada. La desamortización supuso la venta de diversos monasterios de la comarca y el pase de grandes propiedades eclesiásticas, tierras sobre todo, a las manos del marqués de Villafranca, tras cuyo fallecimiento en 1821 quedó al descubierto una estafa del padre a los marqueses que le supuso la destitución de su cargo y la obligación de devolver el descubierto. La familia se trasladó entonces a Ponferrada.

Enrique estudió en el convento agustino de Ponferrada entre 1823 y 1828, pasando después a la fundación benedictina de Vega de Espinareda. Ingresó en el seminario de Astorga el 18 de octubre de 1829 y después se trasladó a Valladolid para estudiar leyes. Aparece matriculado de segundo curso en 1832. Allí permaneció entre 1831 y 1836, donde conoció a Joaquín del Pino, José María Ulloa y Miguel de los Santos Álvarez.

La leva de 100.000 hombres para la Guerra Carlista le hizo dejar la universidad en 1835 y fue soldado en el ejército cristino durante dos meses, aunque retornó a los estudios en diciembre de 1835. Los veranos los pasaba en Ponferrada, realizando excursiones por el Bierzo, donde hizo amistad con Guillermo Baylina y con su hermana Juana, musa de sus primeros escritos.

En 1836 se traslada a Madrid donde terminó la carrera de Derecho en 1839. En Madrid el escritor berciano hizo amigos entre los liberales, uno de ellos José de Espronceda, quien leyó en el Liceo sus poemas Una gota de rocío El cisne. Gil y Carrasco estuvo en el entierro de Mariano José de Larra, como un miembro más de El Parnasillo, tertulia reunida en el café del Príncipe, de donde surgió el Ateneo de Madrid, el brillante Liceo Artístico (del cual fue un habitual Gil y Carrasco desde su fundación en 1837), el Instituto y otras muchas agrupaciones literarias.

Enrique Gil publicó poemas en El Español y en No me olvides, y se convirtió en colaborador asiduo en prosa y verso de El Correo Nacional, donde publicó nueve poesías y un cuento fantástico en 1838; ese mismo año publicó poemas también en El Liceo Artístico y Literario hasta 1839 y en El Semanario Pintoresco Español, dirigido por Ramón Mesonero Romanos, desde febrero de 1839. En los últimos meses de 1838 se inicia como crítico teatral de El Correo Nacional y otros periódicos del momento.
En 1838 se leen varios poemas suyos: El cisnePolonia (una oda patriótica), El SilA Blanca Paz y porvenir (otra oda). En A la memoria del Conde Alange, dedicada a José de Espronceda, y A la memoria del general Torrijos deja ver sus preocupaciones políticas liberales. Como socio del Liceo firmó en el álbum poético regalado a la regente María Cristina en la recepción oficial el 30 de enero de 1838 y asistió a la fiesta con motivo del traslado de la asociación al palacio de Villahermosa el 3 de enero de 1839. 

Después se le agravó una tuberculosis que ya arrastraba de épocas anteriores y regresa a Ponferrada. En ese periodo de forzada postración, y reanimado por los vientos del otoño, empezó a escribir la novela El lago de Carucedo, que envió por correo a Mesonero Romanos y que este le publica. En la primavera de 1840 tiene una mejoría y retoma en Madrid su actividad. En el Semanario Pintoresco Español continúa su actividad como crítico con un artículo sobre las Poesías de Espronceda. El 28 de noviembre de 1840 obtiene un puesto fijo de ayudante segundo en la Biblioteca Nacional gracias a su amigo Espronceda. Aprovecha la documentación que allí obtiene sobre la Orden del Temple para elaborar su futura novela, El Señor de Bembibre. En mayo de 1841, durante la regencia de Espartero, empieza a colaborar en El Pensamiento, revista fundada por sus amigos Eugenio Moreno, Espronceda, Ros de Olano y Miguel de los Santos Álvarez. Allí trata temas como el pensador Juan Luis Vives o la literatura de los Estados Unidos.

Durante su estancia en Madrid, Gil y Carrasco ocupó un puesto de ayudante en la Biblioteca Nacional. Entre octubre de 1841 y febrero de 1843, se consagra a la redacción de su novela El Señor de Bembibre y a los artículos de costumbres que serán editados, en 1843, en la colección Los españoles pintados por sí mismos. El 23 de mayo de 1842 muere su amigo y protector José Espronceda, al que siguen los fallecimientos de otros amigos y familiares, lo que sume al escritor berciano en una profunda depresión. Regresa al Bierzo en el verano de 1842 con su salud quebrantada y allí realiza excursiones para documentar su Bosquejo de un viaje a una provincia de interior. En 1843 aparece Los españoles pintados por sí mismos, compendio colectivo de artículos costumbristas donde colabora con tres artículos, y aparecen en El Sol los escritos que formarán el Bosquejo de un viaje a una provincia deinterior. Además colabora en El Laberinto, revista fundada por Antonio Flores, desde noviembre de 1843 hasta su partida a Berlín, en abril de 1844. Durante el gobierno de su amigo González Bravo (noviembre de 1843 – mayo de 1844) se le nombra secretario de la legación española en Prusia. En ese cargo debía recorrer todos los lander y realizar diversos informes sobre la industria alemana. Su labor fue fundamentalmente la de restablecer relaciones diplomáticas con Prusia, rotas desde 1836 y repuestas en 1848, poco tiempo después de la muerte de Gil.

Abandona su puesto de bibliotecario el 29 de febrero de 1844 y sale de Madrid a principios de abril; dedica seis horas al día a aprender alemán, lengua que acabará dominando al igual que el francés y el inglés. Desde Francia remite dos artículos a El Laberinto y escribe un Diario, donde revela sus gustos Gil llega en septiembre de 1944 a Berlín, donde permanecerá hasta su muerte, el 22 de febrero de 1946.
En Berlín hace amistad con Alexander von Humboldt y conoce al Príncipe Carlos y su esposa, a la que dará clases de español. En el verano de 1845 se agrava su enfermedad, pero prefiere permanecer en Berlín antes que marchar a Niza a recuperarse. Regala unos ejemplares de El señor de Bembibre a Humboldt, al que ofrece, en nombre del rey, la gran medalla de oro de las artes y las letras. Pero su salud se deteriora rápidamente y fallece la mañana del 22 de febrero de 1846. Tenía premoniciones de su temprano fin, como se ve en poemas y artículos, y en efecto, murió joven como muchos románticos.

A su muerte dejó a su familia en la pobreza. Fue enterrado en el cementerio de Santa Eduvigis, en Berlín. Al sepelio asistieron el barón de Humboldt y su amigo José de Urbistondo, que costeó un sencillo monumento funerario, así como diversos diplomáticos. Sus restos se redujeron cuando caducó la propiedad de la sepultura en 1882, siendo repatriados en 1987 a la Iglesia de San Francisco de Villafranca del Bierzo gracias a las gestiones del profesor Picoche. Los apuntes y enseres de Gil y Carrasco permanecieron en la embajada de Berlín hasta la II Guerra Mundial, en que desaparecieron.